SONATA DE OTOÑO Tengo en mis manos la novela de don Ramón del Valle Inclán “Sonata de otoño”, de la edición de bolsillo “Austral”, editada y prologada por Leda Schiavo, que nos hace un análisis muy minucioso tanto del tiempo, como de la geografía en los que sucede esta obra. De los personajes también hace un análisis importante y meticuloso. Leda está documentada hasta el límite, y sin hacer alarde de nada, nos ha dado el trabajo de síntesis ya hecho… A mi me ha parecido una novela divertida, que me ha remontado a tiempos en los que los caballeros cortejaban a las damas ( ahora sucede, casi siempre, al revés) y pensando en el personaje protagonista que es el marqués de Bradomín, que hace, además de caballero galante, de narrador, en primera persona, de sus propias peripecias, se me han ocurrido estos versos para definirlo:
Caballero gallardo conquistador… Caballero valiente todo un señor…
La novela de don Ramón del Valle Inclán, nos cuenta una historia en la que sus personajes parecen estar sacados de la ficción, pero que, sin embargo, en sus actos y según costumbres de la época, tiene vislumbres de realidad. Las hazañas del marqués de Bradomín, parido de la pluma de Valle Inclán, superaron en fama al autor y fueron mencionadas por poetas que como Antonio Machado, en el retrato que hace de sí mismo en Campos de Castilla, nos dice: Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierra de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido --ya conocéis mi torpe aliño indumentario--, mas recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Creo que los personajes están muy bien logrados. Para mi gusto al autor se le ha ido la mano con el marqués –tan simpático que me caía--, al consentir éste, que sean las hijas de Concha, amada de Bradomín, quienes descubren a su madre muerta, recién trasladada a su lecho por el pícaro marqués. Creo que también se le fue la mano al autor, cuando hace que se cuele, el incorregible don Juan, con su adorada todavía caliente, en la cama de su sobrina. Sabría ya don Ramón el viejo refrán de “a rey muerto, rey puesto”, o nos quiere recordar la contradictoria condición humana, angelical a veces, y otras rastrera.
Alicante 22/09/11 Mª Jesús Ortega Torres 25 de septiembre de 2011 04:53
SONATA DE OTOÑO (Valle-Inclán) No me es posible, después de leer esta obrita muy despacio, distinguir claramente cuál sea su tema. Por más que lo pienso, solo se me pone delante una historia de amor y demasiado enredada para que yo pueda comprenderla. Tal vez me ocurre que, porque se escribió hace cien años, no tengo claves de conexión con los personajes y el ambiente en que el autor la sitúa: una aristocracia, ya enranciada en el momento en que la obra fue escrita y el localismo gallego, tan alejado incluso hoy. Por lo demás, me parece que Valle- Inclán solo tiene una intención: añadir belleza y musicalidad a un esquema escasísimo. Precisamente esta es una de las características más sobresaliente del Modernismo, pretender la belleza de la forma e introducir ritmo, valiéndose de palabras eufónicas y una sintaxis que se estructura para lograrlo mejor. Todo lo demás queda en otro plano. El ejemplo que nos ocupa viene titulado sonata (y lo de otoño, por la edad de los protagonistas), un término musical, y casi que se trata de un largo poema en verso libre. El asunto es muy simple: un amor de juventud añorado, y parece que únicamente por la mujer, que hace venir al viejo amante en un trance de enfermedad grave, mortal. El carácter de ella es enfermizo: toma decisiones a impulso de lo que cree sentir, un amor apasionado y enseguida se consume con remordimientos. Está casada y poco sabemos de su marido, ausente en el relato; tiene dos niñas, que tampoco viven con ella; y de su hermana, no nos cuenta casi nada. Otros personajes entran y salen de escena, sin apenas intervenir en la acción. La casa está en pleno campo. No se nos habla de que esta mujer se dedique a otra cosa que dejar pasar el tiempo. No aparecen ni el trabajo, ni negocios, ni amistades, ni preocupaciones... solo la enfermedad y el deseo apasionado de volver a vivir un amor imposible y que imposible empezó, por los condicionantes de la época, por la frivolidad del amante y la sensación de ser culpable, ante Dios sobretodo. Podemos intuir una historia de desamor, de adulterio y de abandono. Después, el largo paso del tiempo, la soledad, la vergüenza, el tedio. Y es fácil entender que esto y la enfermedad consuntiva afiebren a la mujer, hasta el punto de reclamar al amante de su adolescencia, que acude más por curiosidad y compasión (o tal vez porque su vida sea también aburrida) que porque le quede algo de aquel amor de mucho tiempo atrás. El autor pone énfasis en que nos creamos que este amor es auténtico, a la vez muy espiritual y muy carnal. Y no es así: no se han visto en años, ni lo han pretendido. En ese trance final todo lo que sucede es decrépito y huele a podredumbre: ella pide un testigo para su muerte y motiva su compasión. Su trato carnal queda muy debilitado. ¿Cuántas veces hace referencia a las flores y a las flores marchitas? ¿Cuántas veces el paisaje y sobre todo el tiempo atmosférico resultan los protagonistas? Con estos ingredientes el autor escribe una obra totalmente modernista: con total impunidad se va adornando el relato con luces, sombras, niebla, lluvias, aires, brisas, brillos, flores, fragancias. Me gusta esta obrita como me gusta el Parque Wells: porque disfruto leyendo sus cortas escenas de belleza elemental y comprobando aquello del más difícil todavía en el alarde de engarzar palabras a cual más hermosa. En definitiva, ha merecido la pena escoger esta obra, leerla y poder comprobar en ella que, con escasos ingredientes y aún estos intranscendentes, se puede construir un bello relato.
Alicante a 3 de octubre de 2011 Juan Manuel León 3 de octubre de 2011 10:50
LECTURA DE SONATA DE OTOÑO de Valle-Inclán (Primera Parte) Rafael Torres Candela Pese a su corta extensión, en el contenido de ésta novela hay conceptos que trascienden, y mucho, la extensión de su texto. Pongamos algunos ejemplos. El estilo.- Se perfila aquí el modernismo con rasgos comunes del romanticismo. Hay matices de tragedia griega en el destino fatal de la enamorada. Pero en la obra hay vocabulario preciso y detallado al referirse a objetos y abundantes adjetivos en las descripciones, hasta exprimir las posibilidades estéticas, propias del modernismo: “La caricia de la luz temblaba sobre las flores como un pájaro de oro, y la brisa trazaba en el terciopelo de la hierba, huellas ideales y quiméricas como si danzasen invisibles hadas".(p31).O la sinestesia de esta frase: “Jardín viejo y umbrío que suspiraba por los juegos de las niñas".(p85).Valle Inclán utiliza una retórica que embellece y da musicalidad al lenguaje aplicada con maestría de forma que los adornos se integran en el ritmo narrativo sin enlentecerlo y sin rudos contrastes cuando cambia a un lenguaje sencillo. En los diálogos con los aldeanos, los molineros (p10-11-12) y con el paje Florisel, la estética se conserva en la honda sencillez de las frases:"¿A quién se los vendes? Pues a la señorita que me los merca todos. ¿No sabe que los quiere para echarlos a volar? La señorita desearía que silbasen la riveirana sueltos en el jardín. Pero ellos se van lejos". (p29). También hay rasgos del realismo. Hay nombres de lugares reales, (Lantañón) o con nombres cambiados, (Viana del Prior es en realidad la Pobla do Carmiñal). Las distancias y el tiempo que se tarda en recorrerlas por el estado del tiempo y de los caminos, las actitudes propias de la sociedad rural de la época y del lugar. Todo ello podría ser una verdadera referencia histórica. El contenido.-El lector ya conoce el final de antemano. La tensión narrativa recae en los ingredientes del relato: el carácter mujeriego del marqués, la pasión incestuosa y adúltera, la coexistencia del amor con el pecado, la muerte, la injusticia, la pobreza, y un personaje de fondo que es el otoño. El otoño está presente a lo largo de la obra: en las hojas caídas, en los árboles desnudos, en los días grises, en las escenas interiores teñidas de melancólica penumbra como un decorado anunciador del final que inevitable. Septiembre de 2011 5 de octubre de 2011 07:49
LECTURA DE SONATA DE OTOÑO de Valle-Inclán (Segunda parte) Rafael Torres Candela La crítica social.-Valle Inclán dejó Galicia en 1890, cuando se trasladó a Madrid y después a Méjico donde asimiló el modernismo en toda su integridad, y finalmente volvió a Madrid. En su Galicia natal se originó su sensibilidad literaria hacia su entorno y al estar fuera de ella adquirió perspectiva de la realidad de su tierra. Sonata de Otoño transcurre en la Galicia interior y rural. El autor utiliza al marqués de Bradomín, como narrador en 1ª persona. Así Valle Inclán se distancia de la subjetividad haciéndola recaer en el personaje. Éste describe las situaciones, a los otros personajes y sus propios sentimientos fuertemente condicionados por su ambiente, sus circunstancias personales, su forma de ser y sus deseos. Con ello retrata, sin enjuiciarla, una realidad social sórdida en la que las penurias caen sobre los campesinos y los privilegios son para los nobles y el clero. El juicio lo hará el lector, sobretodo un lector de nuestros días: criados ancianos destinados a servir a sus amos hasta el fin de sus días, la sumisión, pobreza y condiciones de vida de los molineros y su hija (p10-11-12), la de otros personajes. El marqués es el amo de la voluntad de todos por donde quiera que vaya. El deterioro social se presenta también en la interiorización de los valores de los ricos en la mente de los pobres: “Gran señor, muy gran señor es Don Juan Manuel"- dice Florisel del bueno de Don Juan Manuel que iba a "apalear a un escribano"(p41). La inteligencia y buen juicio del paje Florisel pasará desapercibida al servicio de los amos que lo utilizarán según les convenga. El Marqués de Bradomín.- El personaje se juzga a si mismo cuando narra. Tiene características de Don Juan. En la novela se le relaciona con al menos cuatro mujeres, aunque es un Don Juan diferente y decadente. Tiene en común con el mito, en que su ego le impide comprometerse y ser fiel a la amada, pero a diferencia del original, sus amores persisten en el paso del tiempo y lamenta con nostalgia las mermas que la edad le producen:".....las mujeres no se enamoran de los viejos y sólo está bien en un Don Juan juvenil". (p22) En varias ocasiones, oculto bajo el sentimiento de su amor por Concha y su aparente conducta amable hay rasgos de nociva mezquindad. Aquí es cuando más se marca la distancia entre el autor y el personaje, cuando Valle Inclán utiliza el punto de vista del Marqués para narrar con tono natural la miseria humana y su entorno “Soy un santo que ama cuando está triste"(p81)- piensa con auto indulgencia mientras es infiel a Concha, momentos después de expirar ésta. Otro detalle es dejar que las niñas descubran el cadáver de su madre, mientras él se angustia pensando si podrá encontrar a otra que sustituya a la difunta:"¿Volvería a encontrar otra pálida princesa de tristes ojos encantados? (p86). Me pregunto si en todos los ejemplos anteriores y otros de la narración, está ya la inquietud y el germen que años más tarde llevaría a Valle Inclán a crear el esperpento. Septiembre de 2011 5 de octubre de 2011 07:52
SONATA DE OTOÑO
ResponderEliminarTengo en mis manos la novela de don Ramón del Valle Inclán “Sonata de otoño”, de la edición de bolsillo “Austral”, editada y prologada por Leda Schiavo, que nos hace un análisis muy minucioso tanto del tiempo, como de la geografía en los que sucede esta obra.
De los personajes también hace un análisis importante y meticuloso. Leda está documentada hasta el límite, y sin hacer alarde de nada, nos ha dado el trabajo de síntesis ya hecho…
A mi me ha parecido una novela divertida, que me ha remontado a tiempos en los que los caballeros cortejaban a las damas ( ahora sucede, casi siempre, al revés) y pensando en el personaje protagonista que es el marqués de Bradomín, que hace, además de caballero galante, de narrador, en primera persona, de sus propias peripecias, se me han ocurrido estos versos para definirlo:
Caballero gallardo
conquistador…
Caballero valiente
todo un señor…
La novela de don Ramón del Valle Inclán, nos cuenta una historia en la que sus personajes parecen estar sacados de la ficción, pero que, sin embargo, en sus actos y según costumbres de la época, tiene vislumbres de realidad.
Las hazañas del marqués de Bradomín, parido de la pluma de Valle Inclán, superaron en fama al autor y fueron mencionadas por poetas que como Antonio Machado, en el retrato que hace de sí mismo en Campos de Castilla, nos dice:
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
--ya conocéis mi torpe aliño indumentario--,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Creo que los personajes están muy bien logrados. Para mi gusto al autor se le ha ido la mano con el marqués –tan simpático que me caía--, al consentir éste, que sean las hijas de Concha, amada de Bradomín, quienes descubren a su madre muerta, recién trasladada a su lecho por el pícaro marqués.
Creo que también se le fue la mano al autor, cuando hace que se cuele, el incorregible don Juan, con su adorada todavía caliente, en la cama de su sobrina.
Sabría ya don Ramón el viejo refrán de “a rey muerto, rey puesto”, o nos quiere recordar la contradictoria condición humana, angelical a veces, y otras rastrera.
Alicante 22/09/11
Mª Jesús Ortega Torres
25 de septiembre de 2011 04:53
SONATA DE OTOÑO (Valle-Inclán)
ResponderEliminarNo me es posible, después de leer esta obrita muy despacio, distinguir claramente cuál sea su tema. Por más que lo pienso, solo se me pone delante una historia de amor y demasiado enredada para que yo pueda comprenderla.
Tal vez me ocurre que, porque se escribió hace cien años, no tengo claves de conexión con los personajes y el ambiente en que el autor la sitúa: una aristocracia, ya enranciada en el momento en que la obra fue escrita y el localismo gallego, tan alejado incluso hoy.
Por lo demás, me parece que Valle- Inclán solo tiene una intención: añadir belleza y musicalidad a un esquema escasísimo.
Precisamente esta es una de las características más sobresaliente del Modernismo, pretender la belleza de la forma e introducir ritmo, valiéndose de palabras eufónicas y una sintaxis que se estructura para lograrlo mejor. Todo lo demás queda en otro plano.
El ejemplo que nos ocupa viene titulado sonata (y lo de otoño, por la edad de los protagonistas), un término musical, y casi que se trata de un largo poema en verso libre.
El asunto es muy simple: un amor de juventud añorado, y parece que únicamente por la mujer, que hace venir al viejo amante en un trance de enfermedad grave, mortal.
El carácter de ella es enfermizo: toma decisiones a impulso de lo que cree sentir, un amor apasionado y enseguida se consume con remordimientos. Está casada y poco sabemos de su marido, ausente en el relato; tiene dos niñas, que tampoco viven con ella; y de su hermana, no nos cuenta casi nada. Otros personajes entran y salen de escena, sin apenas intervenir en la acción.
La casa está en pleno campo. No se nos habla de que esta mujer se dedique a otra cosa que dejar pasar el tiempo. No aparecen ni el trabajo, ni negocios, ni amistades, ni preocupaciones... solo la enfermedad y el deseo apasionado de volver a vivir un amor imposible y que imposible empezó, por los condicionantes de la época, por la frivolidad del amante y la sensación de ser culpable, ante Dios sobretodo.
Podemos intuir una historia de desamor, de adulterio y de abandono. Después, el largo paso del tiempo, la soledad, la vergüenza, el tedio. Y es fácil entender que esto y la enfermedad consuntiva afiebren a la mujer, hasta el punto de reclamar al amante de su adolescencia, que acude más por curiosidad y compasión (o tal vez porque su vida sea también aburrida) que porque le quede algo de aquel amor de mucho tiempo atrás.
El autor pone énfasis en que nos creamos que este amor es auténtico, a la vez muy espiritual y muy carnal. Y no es así: no se han visto en años, ni lo han pretendido. En ese trance final todo lo que sucede es decrépito y huele a podredumbre: ella pide un testigo para su muerte y motiva su compasión. Su trato carnal queda muy debilitado.
¿Cuántas veces hace referencia a las flores y a las flores marchitas?
¿Cuántas veces el paisaje y sobre todo el tiempo atmosférico resultan los protagonistas?
Con estos ingredientes el autor escribe una obra totalmente modernista: con total impunidad se va adornando el relato con luces, sombras, niebla, lluvias, aires, brisas, brillos, flores, fragancias.
Me gusta esta obrita como me gusta el Parque Wells: porque disfruto leyendo sus cortas escenas de belleza elemental y comprobando aquello del más difícil todavía en el alarde de engarzar palabras a cual más hermosa.
En definitiva, ha merecido la pena escoger esta obra, leerla y poder comprobar en ella que, con escasos ingredientes y aún estos intranscendentes, se puede construir un bello relato.
Alicante a 3 de octubre de 2011
Juan Manuel León
3 de octubre de 2011 10:50
LECTURA DE SONATA DE OTOÑO de Valle-Inclán
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Rafael Torres Candela
Pese a su corta extensión, en el contenido de ésta novela hay conceptos que trascienden, y mucho, la extensión de su texto.
Pongamos algunos ejemplos.
El estilo.- Se perfila aquí el modernismo con rasgos comunes del romanticismo. Hay matices de tragedia griega en el destino fatal de la enamorada. Pero en la obra hay vocabulario preciso y detallado al referirse a objetos y abundantes adjetivos en las descripciones, hasta exprimir las posibilidades estéticas, propias del modernismo: “La caricia de la luz temblaba sobre las flores como un pájaro de oro, y la brisa trazaba en el terciopelo de la hierba, huellas ideales y quiméricas como si danzasen invisibles hadas".(p31).O la sinestesia de esta frase: “Jardín viejo y umbrío que suspiraba por los juegos de las niñas".(p85).Valle Inclán utiliza una retórica que embellece y da musicalidad al lenguaje aplicada con maestría de forma que los adornos se integran en el ritmo narrativo sin enlentecerlo y sin rudos contrastes cuando cambia a un lenguaje sencillo. En los diálogos con los aldeanos, los molineros (p10-11-12) y con el paje Florisel, la estética se conserva en la honda sencillez de las frases:"¿A quién se los vendes? Pues a la señorita que me los merca todos. ¿No sabe que los quiere para echarlos a volar? La señorita desearía que silbasen la riveirana sueltos en el jardín. Pero ellos se van lejos". (p29).
También hay rasgos del realismo. Hay nombres de lugares reales, (Lantañón) o con nombres cambiados, (Viana del Prior es en realidad la Pobla do Carmiñal). Las distancias y el tiempo que se tarda en recorrerlas por el estado del tiempo y de los caminos, las actitudes propias de la sociedad rural de la época y del lugar. Todo ello podría ser una verdadera referencia histórica.
El contenido.-El lector ya conoce el final de antemano. La tensión narrativa recae en los ingredientes del relato: el carácter mujeriego del marqués, la pasión incestuosa y adúltera, la coexistencia del amor con el pecado, la muerte, la injusticia, la pobreza, y un personaje de fondo que es el otoño. El otoño está presente a lo largo de la obra: en las hojas caídas, en los árboles desnudos, en los días grises, en las escenas interiores teñidas de melancólica penumbra como un decorado anunciador del final que inevitable. Septiembre de 2011
5 de octubre de 2011 07:49
LECTURA DE SONATA DE OTOÑO de Valle-Inclán
ResponderEliminar(Segunda parte)
Rafael Torres Candela
La crítica social.-Valle Inclán dejó Galicia en 1890, cuando se trasladó a Madrid y después a Méjico donde asimiló el modernismo en toda su integridad, y finalmente volvió a Madrid. En su Galicia natal se originó su sensibilidad literaria hacia su entorno y al estar fuera de ella adquirió perspectiva de la realidad de su tierra. Sonata de Otoño transcurre en la Galicia interior y rural. El autor utiliza al marqués de Bradomín, como narrador en 1ª persona. Así Valle Inclán se distancia de la subjetividad haciéndola recaer en el personaje. Éste describe las situaciones, a los otros personajes y sus propios sentimientos fuertemente condicionados por su ambiente, sus circunstancias personales, su forma de ser y sus deseos. Con ello retrata, sin enjuiciarla, una realidad social sórdida en la que las penurias caen sobre los campesinos y los privilegios son para los nobles y el clero. El juicio lo hará el lector, sobretodo un lector de nuestros días: criados ancianos destinados a servir a sus amos hasta el fin de sus días, la sumisión, pobreza y condiciones de vida de los molineros y su hija (p10-11-12), la de otros personajes. El marqués es el amo de la voluntad de todos por donde quiera que vaya. El deterioro social se presenta también en la interiorización de los valores de los ricos en la mente de los pobres: “Gran señor, muy gran señor es Don Juan Manuel"- dice Florisel del bueno de Don Juan Manuel que iba a "apalear a un escribano"(p41). La inteligencia y buen juicio del paje Florisel pasará desapercibida al servicio de los amos que lo utilizarán según les convenga.
El Marqués de Bradomín.- El personaje se juzga a si mismo cuando narra. Tiene características de Don Juan. En la novela se le relaciona con al menos cuatro mujeres, aunque es un Don Juan diferente y decadente. Tiene en común con el mito, en que su ego le impide comprometerse y ser fiel a la amada, pero a diferencia del original, sus amores persisten en el paso del tiempo y lamenta con nostalgia las mermas que la edad le producen:".....las mujeres no se enamoran de los viejos y sólo está bien en un Don Juan juvenil". (p22)
En varias ocasiones, oculto bajo el sentimiento de su amor por Concha y su aparente conducta amable hay rasgos de nociva mezquindad. Aquí es cuando más se marca la distancia entre el autor y el personaje, cuando Valle Inclán utiliza el punto de vista del Marqués para narrar con tono natural la miseria humana y su entorno “Soy un santo que ama cuando está triste"(p81)- piensa con auto indulgencia mientras es infiel a Concha, momentos después de expirar ésta. Otro detalle es dejar que las niñas descubran el cadáver de su madre, mientras él se angustia pensando si podrá encontrar a otra que sustituya a la difunta:"¿Volvería a encontrar otra pálida princesa de tristes ojos encantados? (p86).
Me pregunto si en todos los ejemplos anteriores y otros de la narración, está ya la inquietud y el germen que años más tarde llevaría a Valle Inclán a crear el esperpento. Septiembre de 2011
5 de octubre de 2011 07:52